Feeds:
Entradas
Comentarios

Resumen del verano

Por fin se acaba el verano (yo soy más de épocas y lugares fríos), volvemos a la jornada extensiva, hoy he cogido un poco de atasco llegando a la oficina (no lo echaba de menos), y el gobierno continúa dando palos de ciego y aprobando nuevas medidas para joder a la población.

El verano ha sido interesante, aunque haya tenido esto completamente abandonado y ni siquiera haya puesto los típicos posts de keep-alive avisando de mis viajes. Primero hicimos una escapada de una semana a Holanda; principalmente Ámsterdam, aunque alquilamos un cochecillo (un Audi A1, no va mal el pequeñín) y le hicimos unos 1000 km en tres días: Marken, Volendam, Edam, La Haya, Delft, Rotterdam, Gouda… lo bueno de coger un coche, es que no sólo ves los sitios, sino también el camino que lleva a ellos. Una gran experiencia.

Más tarde, hicimos un viaje que teníamos pendiente desde hace unos cuantos años: una ruta por el norte de España. Fueron diez días, durmiendo cada noche en un sitio, y en los que pasamos por La Rioja, Navarra, País Vasco francés, País Vasco, Cantabria, Asturias, Galicia y León (El Bierzo). Fueron 3300 km, muchísimas horas de coche, otras tantas pateando… y un cansancio bastante importante. Pero pudimos ver muchas cosas. Como en Holanda, lo importante más que los sitios era el camino, y cogimos más carreteras secundarias, de costa o de montaña que autopistas. Para alguien como yo, al que le gusta conducir en ese tipo de carreteras, fue toda una gozada. Lo peor fue el tiempo, que fue bueno. En plena ola de calor, tuvimos unas temperaturas nada típicas del norte, y apenas cayeron cuatro gotas de San Sebastián a Bilbao, que encima nos pillaron en el coche.

Si saco tiempo (no prometo nada), intentaré hacer un resumen de los viajes -al menos de Holanda- y compartir algunas fotos de los sitios en los que estuvimos.

El tiempo vuela

Supongo que es normal, y que no soy el único al que le pasa… pero el tiempo cada vez pasa más rápido para mí. El tener siempre muchas cosas que hacer, supongo, ayuda a hacer más notoria esta sensación.

Si echo la vista atrás a estos últimos meses, parece que fue ayer cuando decidí dejar mi trabajo en la Universidad. Viendo cómo evolucionan las cosas en el sector público, y concretamente en la Universidad, la verdad es que me alegro de haber tomado la decisión. Los que me conocen lo saben, pero apunto estuve de que el cambio de contexto fuera más agudo aún, pues una buena oferta en el momento adecuado me hizo modificar mis planes originales de escapar de Españistán.

Y si yo llegué en su momento a la conclusión de que escapar era la mejor opción, no me extraña ni me sorprende que tantos y tantos de mis amigos hayan llegado a esa misma conclusión. Irlanda, Reino Unido, Alemania, Holanda… poco a poco, la fuga de cerebros va privando a esta tierra de Alvargonzález de la gente más preparada y con más energías. Pasará factura, sin duda; pero al fin y al cabo, el atajo de sinvergüenzas que componen la clase política de este país -con total independencia del signo o afinidad lateral– prefiere librarse de la gente que piensa.

Pero dejemos a un lado el tema político, que siempre intento evitar, aunque sea por no acabar con ganas de poner cabezas en picas y exhibirlas en la plaza del pueblo.

Hablemos de lo laboral. El lunes se cumplen seis meses desde que empecé en mi nuevo trabajo, en una gran multinacional americana. Legalmente, termina el período de prueba obligatorio, y paso a ser indefinido con todas las de la ley (que gracias a la última reforma laboral, tampoco es que suponga una gran diferencia). Me siento cómodo en mi nuevo trabajo, he aprendido muchísimas cosas, me quedan aún muchas más por aprender, y veo con optimismo el camino que queda por delante. La agenda cada vez está más llena, cada vez hay más reuniones y viajes, y cada poco tiempo tengo alguna nueva tarjeta de puntos o de pasajero frecuente. Pero estoy muy contento.

Respecto a lo personal, mi chica y yo ya llevamos varios meses viviendo en nuestra nueva casa. Ya nos vamos normalizando, y cogiendo el nuevo ritmo – nuestro propio ritmo. También estoy retomando (o intentándolo) una de mis pasiones de cuando era un chavalín: el deporte. Me compré una bici, y de vez en cuando salgo a dar unos pirulos por ahí, aunque en esta época las horas centrales del día son imposibles. Tener piscina también ayuda, aunque no es una piscina en la que se pueda nadar mucho, claro…

¡Seguimos en contacto!

Dort gehen wir, Düsseldorf!

En unas horas, estaré de nuevo en Barajas, esta vez con rumbo a Düsseldorf.

Será una estancia corta -pues voy por motivos laborales- y el jueves por la noche estaré de vuelta en Madrid. Estos días de calor (supuestamente los más calurosos del verano, o eso leí el otro día), me vendrá bien escapara a tierras más frescas. Para cuando vuelva, esto se habrá aplacado un poco.

A la vuelta, intentaré retomar un poco esto del blog, ahora que todo empieza a calmarse otra vez un poco, y vuelvo a disfrutar de algo de tiempo libre. Si lo logro, ya podréis dejar de tirarme de las orejas algunos, ¿ok? ;-)

En los días que he estado fuera, ha debido de lanzarse oficialmente Ubuntu 12.04, pues mi ordenador me pidió actualizar al encenderlo.

Si usáis Gnome Shell (personalmente, Unity no me gusta nada), con la actualización a la versión 3.4 se pierden una vez más los botones de minimizar y maximizar. El viejo truco de usar gconf-editor para cambiar el layout de los botones en metacity ya no funciona, siendo necesario usar dconf-editor para acceder al valor button-layout en la clave org.gnome.shell.overrides, y establecer el valor deseado. Por ejemplo, «:minimize,maximize,close«.

Cambiar botones de Gnome Shell con dconf-editor

Cambiar botones de Gnome Shell con dconf-editor

De vuelta de yankilandia

¡Ya estoy de vuelta en casa!

Por desgracia, no he tenido demasiado tiempo para ver la ciudad o hacer turismo. Fuera de las reuniones, prácticamente todos los días había cenas y/o eventos de la empresa (por roles, por regiones, etc.). Todas las reuniones o eventos eran en el propio complejo del hotel, y cuando había alguna cena programada, íbamos y volvíamos con un autobús concertado de antemano. Además, allí necesitas coche (en este caso, taxi) hasta para ir a por el pan, pues las distancias son enormes.

Eso sí, el hotel era una pasada. Aquí dejo una foto de las vistas desde mi habitación, que daba a una de las piscinas donde se celebró la fiesta de cierre el viernes.

Jardines del hotel

Jardines del hotel

Los lagos con playa natural también eran muy monos, pero había carteles avisando de la existencia de caimanes. Como para bañarse…

¡Cuidadín!

¡Cuidadín!

El sábado sí tuvimos prácticamente el día entero libre, pero aproveché para hacer una incursión violenta en un centro comercial gigante que había cerca del hotel. Compré tantas cosas que necesité una segunda maleta (que también compré allí) para volver a Madrid. A la vuelta, la existencia de mi domingo fue anulada por los aviones y la escala (en Miami, igual que a la ida), y llegué el lunes por la mañana a casa. Logré evitar dormir durante el día, lo cual me ha salvado del temido jet-lag… ahora, aprovecharé el puente para descansar un poco. :)